El otoño hace necesario que nuestro organismo se adapte a las nuevas condiciones meteorológicas, el cambio en las horas de luz, le humedad, etc. Esto provoca un aumento en el gasto de energía que disminuye nuestra capacidad de defensa frente a virus y bacterias.
Para ayudar a proteger nuestro cuerpo frente a estos cambios es importante seguir una alimentación equilibrada que incluya proteínas y grasas, pues permiten compensar el gasto calórico y ayudan a afrontar las necesidades de esta época.
¿Qué alimentos podemos tomar en otoño?
Uno de los factores clave para cuidar la alimentación y la dieta es optar por productos frescos y de temporada; en otoño los más aconsejables son:
- Frutas, ricas en Vitamina C y antioxidantes: naranja, manzana, boniato, tomate, higos, mandarina, kiwi, pomelo, frutos rojo,… su alto poder antioxidante ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y favorecen la absorción del hierro, mineral que nos proporciona resistencia física y nos previene de las
- Verduras como alcachofas, berenjenas, calabazas, coliflores, zanahorias, setas o brócoli. Son ricos en micronutrientes como el yodo, fósforo, cobre, hierro y precursores de la vitamina D y vitamina B, y a pesar de sus pocas calorías ejercen una acción antioxidante y tonificante que mejora la inmunidad de nuestro cuerpo.
- Lácteos: huevos, leche, yogures, queso fresco y derivados. Proporcionan calcio, vitamina A, B12, ácido fólico y proteínas, por lo que son unos grandes aliados para la síntesis de Vitamina D y la reconstrucción celular.
- Carne magra de pavo o el pollo como fuente de proteínas que ayuda a la regeneración y crecimiento muscular.
- Pescado, en especial las sardinas y la caballa. Son ricas en grasas poliinsaturadas omega3 y sin mercurio, por lo que ayudan a controlar el colesterol malo (LDL) y aumentando el bueno (HDL).
- Lentejas y garbanzos. Bajas en grasas, aportan proteínas, calcio, acido fólico, magnesio, hierro, zinc, sodio, vitaminas del tipo B y fibra.
- Cereales integrales, es decir, hidratos de carbono complejos, que son los que se encargan de suministrar energía al cuerpo y nos proporcionan fibra, riboflavina, vitamina B y hierro.
- Frutos secos. Como las nueces, almendras, castañas y pistachos. Son una buena fuente de vitamina E, fibra, proteínas y selenio. Además, aportan vitaminas C, potasio, magnesio, hierro y fósforo.
- Café, máximo 2 tazas diarias, tiene un alto poder antioxidante, diurético y contiene cafeína que mantiene activo el metabolismo. También es beneficioso para la secreción de jugos gástricos y biliares.
- Miel. Rica en jalea real y própolis, que sirven de antibiótico natural. Por eso es bueno incluir una pequeña cantidad en nuestra dieta.
- Aceite de oliva virgen extra. Rico en vitamina E y polifenoles que le confiere un poder antioxidante, además de ayudar a mejorar el perfil de los lípidos, reduciendo el colesterol.
- Agua, ya que hace funcionar los riñones, facilita el transporte de nutrientes por el organismo, hidrata la piel y regula la temperatura del cuerpo.
Incorporando estos alimentos en tu día a día conseguirás fortalecer tu sistema inmunitario y mejorarás tu salud con un extra de energía.